Un evento histórico se desarrolló en el Zoológico del Bronx cuando, por primera vez desde su creación en 1899, seis dragones de Komodo eclosionaron con éxito. Este hito marca un avance crucial en los esfuerzos de conservación de la vida silvestre, dado que la especie está clasificada como en peligro de extinción por la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza. La cría de estos reptiles puede plantear desafíos, particularmente dentro de recintos, lo que hace que este logro sea aún más significativo.
El dragón de Komodo, representado en una imagen acreditada a Julie Larsen Maher © Bronx Zoo/WCS, es originario de la isla de Komodo y de varias islas vecinas dentro de las Islas Menores de la Sonda de Indonesia. Sin embargo, sus orígenes evolutivos se remontan a hace más de 4 millones de años, probablemente en Australia. Al poseer un sentido del olfato excepcional y una mordida venenosa, los dragones de Komodo son depredadores formidables. Su veneno no sólo induce un estado de shock en sus presas, sino que también reduce la presión arterial, provocando hemorragias extensas y evitando la coagulación.
Curiosamente, las hembras del dragón de Komodo poseen cromosomas sexuales tanto masculinos como femeninos, lo que les permite reproducirse en ausencia de machos mediante un proceso conocido como partenogénesis. En esta estrategia reproductiva, un óvulo puede convertirse en un embrión sin ser fertilizado por un macho. Sin embargo, es esencial tener en cuenta que sólo pueden nacer crías masculinas mediante este método, lo que genera un posible desequilibrio en la proporción de género dentro de un grupo de dragones y el riesgo de endogamia.
Además, de los menos de 2.500 dragones de Komodo que quedan en estado salvaje, sólo 350 son hembras reproductoras. Esta escasez de hembras reproductoras hace que la partenogénesis sea una solución insuficiente para las especies en peligro de extinción. Además, los dragones adultos suelen mostrar un comportamiento caníbal, y los individuos más grandes se alimentan de miembros más pequeños de su propia especie.
La complejidad de la dinámica reproductiva y los desafíos que enfrentan los dragones de Komodo en estado salvaje subrayan la importancia de la reciente eclosión exitosa en el Zoológico del Bronx como una historia de éxito notable en los esfuerzos de conservación.
Los dragones de Komodo son los lagartos más grandes de la Tierra. Créditos de la imagen: NAPARAZZI
La exitosa reproducción en el Zoológico del Bronx es un testimonio del programa colaborativo de reproducción y manejo facilitado por la Asociación de Zoológicos y Acuarios, conocido como Plan de Supervivencia de Especies. Este logro es el resultado de años de esfuerzos dedicados por parte del personal del zoológico. Fue crucial un seguimiento cuidadoso, ya que las hembras de los dragones de Komodo están listas para aparearse sólo una vez al año, y el comportamiento de apareamiento de los lagartos adultos puede volverse agresivo.
Afortunadamente, esta vez la presentación de los padres de Komodo se desarrolló sin problemas y la lagartija hembra puso sus huevos un mes después del apareamiento. Los huevos se colocaron en una incubadora, donde eclosionaron después de un período de incubación de 212 días.
En su hábitat natural, las crías de dragón de Komodo buscan refugio en las elevaciones seguras de los árboles para evitar a los depredadores, incluidos otros dragones adultos. Mientras están en el Zoológico del Bronx, no enfrentan la amenaza de los depredadores, aún tienen la libertad de trepar a las ramas y los trozos de corteza de su recinto.
Las crías casi inmediatamente comienzan a cazar insectos y lagartos más pequeños después de nacer. Les toma entre 8 y 9 años madurar hasta convertirse en adultos y se estima que viven hasta 30 años. Una vez que haya crecido por completo, esta nueva generación de dragones se unirá al programa de reproducción del Plan de supervivencia de especies de la AZA para contribuir al mantenimiento de la especie y su diversidad genética.
Según Don Boyer, curador de Herpetología del Zoológico del Bronx, estas crías representan un futuro esperanzador para la especie. “Serán maravillosos embajadores de sus homólogos salvajes, ya que nos ayudarán a crear conciencia sobre las necesidades de conservación”.
Imagen de los jóvenes dragones de Komodo que nacieron con éxito. Se sienten seguros entre árboles y ramas. Créditos de imagen: Jυlie Larsep Maher © Bropx Zoo/WCS
Este evento de hecho encierra un futuro esperanzador para la especie; La mejora de la diversidad geográfica de una especie mejora la salud de una población mediante la inclusión de alelos (o de un par de gepes) que pueden ser valiosos para resistir enfermedades, plagas y otras tensiones.
El interés popular por estos grandes lagartos ha hecho que la especie se convierta en un atractivo ecoturístico, lo que ha potenciado su protección. El gobierno de Islandia también ha realizado esfuerzos para preservar a los dragones de Komodo. En 1980, se creó el Parque Nacional de Komodo para proteger al dragón de Komodo y su hábitat. El parque del patio incluso ha organizado patrullas para evitar la caza furtiva en la zona.
Dragón de Komodo en el Parque Nacional de Komodo en Iпdoпesia. Créditos de imagen: Adhi Rachdiaп de Iпdoпesia
Los dragones de Komodo son de hecho una especie singular, y esperamos que los esfuerzos de conservación den sus frutos y algún día veamos a estos animales prosperar nuevamente.